1.12.09

Carta abierta al presidente electo Sr. José Mujica
1ª quincena diciembre 2009

De mi mayor consideración:
Me dirijo a usted con motivo de sus propias declaraciones difundidas por medios de prensa en relación a mi ámbito profesional, la Universidad de la República. Aunque sus opiniones al respecto jalonaron la campaña electoral que acaba de cerrarse con la votación que lo habilita a la presidencia del Estado uruguayo, hubiera contrariado mi convicción acerca del ocaso de la política partidaria, expresada desde largo tiempo atrás[1], si hubiera intervenido de alguna forma en esa campaña. Contrariamente a cierta simplificación que suele presentarse, el cuestionamiento de la vigencia actual de los estados-nación no supone ni el abandono de la participación en los asuntos públicos ni el desconocimiento del influjo que ejercen, aún en el presente, las formaciones partidarias y los estados nacionales, en tanto vectores de acontecimientos singulares.
De ahí que una vez que usted ha sido electo en razón del escrutinio del domingo pasado, me encuentro en condiciones subjetivas de expresarme respecto a sus anuncios gubernamentales en calidad de uruguayo, ciudadano y universitario. Debo señalarle en primer lugar que usted desconoce el sentido de la autonomía universitaria. Esta no supone una potestad institucional ni constitucional, de la índole de un poder público o de una condición instituyente. En primer lugar, porque su ámbito rebasa los márgenes de posibilidad en que se sustentan las dos primeras, ya que por su propia significación manifiesta, la comunidad universitaria no se reduce al ámbito nacional, en cuanto las reglas que la sustentan lo desbordan por su propia índole universal. De esta condición universitaria se generan dos consecuencias relativas a los poderes públicos nacionales e internacionales -en cuanto los segundos se articulan a partir de una comunidad de los primeros: la universidad no puede ser fuente de poder público, ni puede estar sujeta en su desempeño propio a ningún poder público.
Tal condición supérstite en lo intelectual y libérrima en lo político proviene del sentido propio de la autonomía en una perspectiva democrática: el vínculo intrínseco entre libertad y saber. Este vínculo genera un equilibrio de índole natural, en el sentido de un orden articulador de la comunidad: el saber sustenta la participación de los individuos conduciéndola por una senda de realidad compartida, al mismo tiempo, este saber no puede articularse en cada individuo sino según su libre inclinación personal. Por esa razón, en la tradición democrática que signa al Uruguay a partir del artiguismo, tanto como en el fuero singular de cada miembro de la ciudadanía, la autonomía significa libertad y saber por igual.
Por lo tanto, cuando usted expresa que la autonomía debe “sujetarse al interés nacional”[2] esta amenazando, en la perspectiva de su candidatura de ayer y de su condición de presidente electo de hoy, tanto a la libertad como al saber. Si esa “sujeción” que usted reclama no preexiste en tanto inclinación propia de cada sujeto, incluso en condición de ciudadano, la sociedad cívica de los habitantes del territorio no existe en tanto colectividad democrática. No en vano quienes cuestionaban a la Universidad de la República en aras de una educación sustentada en valores empresariales se afanaban en denominarla “universidad estatal”. Cabe señalar una vez más que una universidad estatal no es autónoma desde la propia significación de tal denominación, por el contrario, una universidad autónoma puede formar parte de un Estado que exprese una inclinación democrática de la comunidad nacional.
La forma en que usted confunde soberanía con autonomía al sostener “autonomía no puede ser entendida como soberanía”[3], expresa que no se entiende ni a la una ni a la otra en una clave democrática. Esta clave democrática lejos de confundirse con la extensión demográfica o la cristalización institucional, supone por el contrario que puede intervenir en el orden de la soberanía una instrucción de la autonomía que la incline con su sesgo propio. Una vez más: la autonomía es la clave democrática de la participación en los asuntos comunes, que se expresa además en la universidad en tanto comunidad académica.
Su perspectiva sobre la autonomía se inspira en una jerarquía argumental de índole programática, que vincula la necesidad nacional con el desarrollo educativo y éste con la implementación productiva, que sus propósitos singularizan, a su vez, en un ámbito “agrointeligente”[4]. Sin embargo, ese propósito no incluye necesariamente la cuestión universitaria como tal y menos en su condición autónoma. Como usted sabe, las grandes empresas multinacionales desarrollan en el presente equipos, muchas veces más potentes que los propios conjuntos universitarios en investigadores, recursos e instrumentos, destinados a favorecer el desarrollo de sus propios intereses lucrativos, particularmente en el ámbito “agrointeligente”. Por lo tanto, su propósito de desarrollo productivo, incluso en una escala nacional, no se contradice con una universidad autónoma, que la entidad estatal puede soslayar por diversas vías, sino con los recursos que cabe asignar a esa universidad y con la sensibilidad que la anima como efecto de la propia inclinación democrática de la población.
Incluso corresponde señalar que el sistema político ya ha iniciado en nuestro país ese camino de vaciamiento indirecto de la Universidad de la República, al crear una Agencia de Investigación e Innovación supeditada a un gobierno extra-universitario, que suministra recursos a programas que incluyen tanto la vertiente de la investigación como la de la aplicación. Estos programas estatales comparten con las panoplias de investigación e innovación de las empresas multinacionales el supuesto de una racionalidad productiva que emana de los conjuntos socio-económicos. Esta racionalidad puede fundarse tanto en configuraciones nacionales dotadas de un destino manifiesto, como en estados-nación de condición republicana o incluso en mercados de consumidores: en todos los casos una índole natural preexistente a la democracia universitaria orienta el desarrollo del saber. Esa naturalización del destino comunitario del saber supone la liquidación de la significación democrática de la participación popular, en cuanto se supone que la voluntad pública proviene de un orden previo a la diversidad política, en tanto esta diversidad también anima la elaboración del saber. En el presente de la globalización, esa condición previa y suprema de la voluntad pública, jerárquicamente impuesta al saber, no se vincula a la base natural de los procesos sociales, tal como ocurriera en los procesos totalitarios del siglo pasado, sino a un conglomerado de medios de comunicación que suministra estados de realidad tecnológicamente determinados.
Quizás usted no advierte que al condenar a las humanidades y supeditarlas en su propósito a la enseñanza técnica[5] no sólo reedita la vulgata positivista que cundiera con los desarrollismos de los años sesenta, sino que abre paso a una eficiencia analfabeta sustentada en el instrumentalismo de los medios interactivos de comunicación. Convendría, quizás, hacer memoria sobre aquella versión sesentista en cuyo registro contábamos con exceso de letrados y literatos, que se proponía por entonces suplantar por contingentes de técnicos formados en ciencias exactas y naturales. No solo esa estrategia fracasó en tanto programa de desarrollo, generando desocupación en los mismos sectores socio-profesionales supuestamente venturosos, sino que además el desarrollo nacional en algunas de sus facetas socialmente más exitosas, como las industrias culturales o el desarrollo de servicios, va exactamente en el sentido opuesto a sus opiniones.
Como sucede con todos los determinismos, su percepción de un destino nacional vinculado estratégicamente a la producción agraria excluye el desarrollo que supuestamente auspiciaría. No sólo este desarrollo exclusivamente “agrointeligente” depende de un éxito educativo que usted reclama, contradiciéndose en cuanto su planteo supone un desarrollo de la humanística educativa, sino que además la humanística es el núcleo activo de la problemática democrática del país. Cabría preguntarse, ante su afán por disminuir la participación de las humanidades en el desarrollo educativo del país, si considera que ya se ha resuelto la cuestión de los derechos humanos, de la historia reciente y de la cuestión universitaria que usted mismo plantea. ¿Piensa resolver esas cuestiones inherentes a la democracia e incluso al mismo desarrollo productivo sin crítica cultural, en base a proyecciones de cálculos exactos y a observaciones de datos empíricos? Antes de asignarles tareas a los universitarios convendría que usted tuviera en cuenta los déficits humanitarios acumulados por el sistema político que integra desde la salida de la dictadura, e incluso, la disconformidad que se manifiesta al día de hoy en las filas de su misma fuerza política, con ocasión del fracaso de los plebiscitos tan menguadamente impulsados por su propio sector político.
Como si todo esto fuera poco, se anuncia su voluntad de crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología[6]. Debemos entonces proyectar desde ahora una nueva quita presupuestal en los recursos disponibles para la Universidad de la República. Sin embargo, esa disminución presupuestal no es significativa siquiera si se la coteja con el menoscabo simbólico que supone propiciar en tanto primera prioridad el desarrollo “agrointeligente”, en tiempos signados por la impunidad política y la exclusión social. Tal reversión de las prioridades apunta directamente a la perpetuación de la injusticia y la exclusión bajo el manto de una supuesto “derrame” económico que ya conocemos de períodos gubernamentales anteriores, pero que parecen renovarse incluso en los propósitos y pautas de la “multiplicación de universidades”. Quizás este ministerio que usted propondría tendría como propósito constituirse en administrador de recursos públicos con destino a una proliferación universitaria que no significaría otra cosa, puesta en la perspectiva tecno-productiva que usted le asigna explícitamente, que la satisfacción de las demandas del mercado. Cuando no las del propio sistema político, hoy privado de muchas designaciones directas que ayer albergaban, particularmente en el servicio diplomático, a jerarcas fracasados en la gestión pública y en el cotejo electoral, pero exitosos en las “cortes de los milagros”.
Este mensaje que le hago llegar públicamente tiene el objetivo de aportar a una apertura de opiniones destinadas a la preparación de su próximo mandato, que usted mismo propicia[7]. Espero que el mismo le advierta de un ángulo de visibilidad de sus propósitos que quizás parezca singular, que en todo caso es personal, pero que se encuentra latente en nuestro país y particularmente en el ámbito universitario. Con la misma franquía con que usted se ha expresado respecto a la universidad, considerándola un “elefante jodido”[8] debo manifestarle que percibo al sistema político como un cadáver maquillado, particularmente bajo la cosmética de los medios de comunicación. Por consiguiente, sin ignorar sus futuras potestades ni poner en tela de juicio sus intenciones, debo manifestarle que si persiste durante su mandato en la vía que anuncia desde ahora, encontrará mi humilde y decidida oposición, tanto en el plano nacional como en el internacional de la comunidad universitaria a la que pertenezco.
Sin otro particular, le saluda atentamente,

Ricardo Viscardi.


[1] Viscardi, R. (1991) Después de la política, Juán Darién, Montevideo.
[2] Dice la cita en su conjunto « Desde el punto de vista conceptual, si tenés un gobierno de derecha, la autonomía universitaria es fundamental ; ahora si tenés un gobierno de corte popular, la autonomía debiera ser más relativa, una sujeción al interés nacional » (extracto del libro El sueño del Pepe) en Porley, C. « Diferencias entre los hacedores y los candidatos » Brecha (13/11/09) Montevideo, p.6.
[3] Op.cit.p.6.
[4] « Durante la campaña electoral, el candidato frenteamplista José Mujica aprovechó cada acto o reportaje para referirse a la importancia de la educación en su proyecto de país agrointeligente » Op.cit.p.6.
[5] « A la UTU la coloco en el rango de la Universidad. Desde el punto de vista táctico, para mí es la alternativa, porque mover la Universidad no va a ser changa. Veo que es más fácil que la UTU se expanda al Interior, y que no se meta con la humanística, que se meta con las ciencias » Op.cit.p.7.
[6] Cavallo, M. « Futuro gobierno de izquierda crearía el Ministerio de Ciencia y Tecnología » La República (24/11/09) Montevideo http://www.larepublica.com.uy/politica/389690-futuro-gobierno-de-izquierda-crearia-el-ministerio-de-ciencia-y-tecnologia
[7] « Hablando a todos » Montevideo Portal (30/11/09) http://www.montevideo.com.uy/notelecciones_97708_1.html
[8] Porley, C. « Diferencias entre los hacedores y los candidatos » Brecha (13/11/09) Montevideo, p.7.

5 comentarios:

MARA dijo...

Estimado Ricardo: Así como he discrepado contigo en unas cuantas oportunidades, sobre todo, en lo referente a la política uruguaya y el papel de nuestra izquierda-en general-, en este tema particular coincido bastante con tu enfoque. La autonomía universitaria no es igual que "la virginidad" para las santurronas del siglo pasado-pasado; es una construcción y un valor por el que se ha luchado y que posee su por qué ser ante cualquier tipo o color de Gobierno.Y tú lo fundamentás muy bien en esta carta.
Creo que los mismos universitarios del FA, tendrán que explicar, informar y hacer entender esto a Mujica quien percibe y -con su "franqueza" proberbial y celebrada por muchos- también dice, que la Universidad es
"un elefante jodido" Tendrá que enterarse, oir y entender mucho acerca de la Universidad, sus valores, su historia y la razón de estudiarse, nada menos que "las humanidades" que son las disciplinas que aseguran y propician un pensamiento crítico. No coincido contigo en que el de los Derechos Humanos no haya sido tema que ocupó y seguirá ocupando al gobierno del FA. Tengo la misma preocupación en cuanto a la sobrevaloración de las ciencias naturales, exactas y tecnologías, pero no vinculada a este asunto que tú planteás, para mí, sin valorar todo lo que se ha hecho y logrado en este campo.
Pero esa sobrevaloración de las citadas ciencias en desmedro de "las humanidades" sí me parece una idea gruesa, reduccionista y errónea al vincularse a lo que se entiende como la educación para la "agrointeligencia"- Pienso que esta idea esquemática, no corresponde a lo que debería impulsar y concebir un gobierno progresista.
No sé si esta "Carta Abierta" le será o ya le fue enviada o buscará una difusión más amplia, por vía de otros medios. Creo que sería positivo que se hiciera ambas cosas.

Mis saludos, María

Mateo Dieste dijo...

Muy bueno, muy bueno. Gracias por permitir acceder a esta carta. De tanto en tanto, es bueno leer algo que debilite la inmunidad -legitimada por la mayoría del electorado- del Pepe ante las posibles críticas, y además que sea capaz de no caer en el vicio de la "tendenciosidad".

Contragobernar dijo...

Mara: gracias por tu comentario y por la ecuanimidad de sus consideraciones. Entiendo que la cuestión universitaria está planteada de forma crítica incluso (y diría sobre todo) para los universitarios. La falencia de la posición de Mujica es que la da como laudada en sí, de forma que lo que queda por resolver es puramente instrumental. Otro elemento que destaco de tu posición es la observación acerca de los universitarios en el Frente Amplio. Sorprende que Mujica pueda decir eso, e incluso no se rectifique, cuando está rodeado, en la propia cúpula del Frente Amplio, por universitarios de importante trayectoria. Esto me lleva a pensar que el estatuto conceptual, tanto de la autonomía como de la crisis de la universidad se encuentra, en la percepción de numerosos círculos universitarios, relativamente subordinado a una percepción de necesidades, determinaciones y prioridades político-estatales. Por lo tanto, aunque no lo parezca, o quizás no surja como principal evidencia, ni siquiera en la actual coyuntura universitaria, la cuestión crítica de la teoría de la universidad es el principal elemento relativo a su propia situación (universitaria). En cuanto al desarrollo de "Ciencia y Tecnología", conviene tener presente que lo que se ha hecho en el terreno académico nunca estuvo separado de una "ideología del saber" que lo inspiró y animó. El punto acá es que ningún saber es igual a la ideología que lo auspicia, pero este saber sobre el saber sólo es posible a partir de las humanidades en el sentido en que las entiende Foucault. Es decir, en tanto "contraciencias", saber que sostiene que el saber no se reduce a la formalización que formula un saber, sino ante todo a la actividad que configura, configurándose, el saber y el ser del que dice (el) saber. Ahora, la ideología que articuló y sostiene los logros en el terreno "ciencia y tecnología" en el Uruguay ignora esa perspectiva foucaldiana, ignorancia que además de escandalosa es ante todo militante. Seguimos bajo el influjo de un positivismo autocomplaciente y narcisista, pagado de supuestos logros que quizás no brillen tanto como el lustre ideológico que ciertos intereses mediáticos le agregan, trenzados con ese positivismo ramplón en el lema "Como el Uruguay no hay" (restauración del país que NADIE es). Mujica, como en tantas otras cosas, copia y pega con criterio de verosimilitud mediática un libreto hecho por (y sobre todo para) otros. Incluso quiere crearles un ministerio...

Queda mucho por discutir sobre esto,en particular, impulsar una "teoría de la unversidad" saludos, Ricardo.

Contragobernar dijo...

Mara: gracias por tu comentario y por la ecuanimidad de sus consideraciones. Entiendo que la cuestión universitaria está planteada de forma crítica incluso (y diría sobre todo) para los universitarios. La falencia de la posición de Mujica es que la da como laudada en sí, de forma que lo que queda por resolver es puramente instrumental. Otro elemento que destaco de tu posición es la observación acerca de los universitarios en el Frente Amplio. Sorprende que Mujica pueda decir eso, e incluso no se rectifique, cuando está rodeado, en la propia cúpula del Frente Amplio, por universitarios de importante trayectoria. Esto me lleva a pensar que el estatuto conceptual, tanto de la autonomía como de la crisis de la universidad se encuentra, en la percepción de numerosos círculos universitarios, relativamente subordinado a una percepción de necesidades, determinaciones y prioridades político-estatales. Por lo tanto, aunque no lo parezca, o quizás no surja como principal evidencia, ni siquiera en la actual coyuntura universitaria, la cuestión crítica de la teoría de la universidad es el principal elemento relativo a su propia situación (universitaria). En cuanto al desarrollo de "Ciencia y Tecnología", conviene tener presente que lo que se ha hecho en el terreno académico nunca estuvo separado de una "ideología del saber" que lo inspiró y animó. El punto acá es que ningún saber es igual a la ideología que lo auspicia, pero este saber sobre el saber sólo es posible a partir de las humanidades en el sentido en que las entiende Foucault. Es decir, en tanto "contraciencias", saber que sostiene que el saber no se reduce a la formalización que formula un saber, sino ante todo a la actividad que configura, configurándose, el saber y el ser del que dice (el) saber. Ahora, la ideología que articuló y sostiene los logros en el terreno "ciencia y tecnología" en el Uruguay ignora esa perspectiva foucaldiana, ignorancia que además de escandalosa es ante todo militante. Seguimos bajo el influjo de un positivismo autocomplaciente y narcisista, pagado de supuestos logros que quizás no brillen tanto como el lustre ideológico que ciertos intereses mediáticos le agregan, trenzados con ese positivismo ramplón en el lema "Como el Uruguay no hay" (restauración del país que NADIE es). Mujica, como en tantas otras cosas, copia y pega con criterio de verosimilitud mediática un libreto hecho por (y sobre todo para) otros. Incluso quiere crearles un ministerio...

Queda mucho por discutir sobre esto,en particular, impulsar una "teoría de la unversidad" saludos, Ricardo.

Contragobernar dijo...

Mateo: gracias por tu comentario. Creo que la "inmunidad" de Mujica se vincula a un efecto mediático que probablemente se desvanezca e incluso se resquebraje cuando comience su gestión más allá del estilo difundido masivamente y de la capacidad de verosimilitud adaptativa, que incluso funda en buena parte ese estilo. Sin duda, Mujica está lejos de actuar llevado por una mera perversidad oportunista. Tampoco es inocente con relación a los efectos mediáticos de masas que genera. Esta franja de equivocidad ampliada es llevada por Mujica hasta la mera evaluación del contexto ("como te digo una cosa...".). Entiendo que va a ser una fuente de desencanto mucho mayor, que la debilidad de Vázquez ante las políticas alternativas (y no meramente neo-batllistas) como la despenalización del aborto o la política de derechos humanos. Veo una carrera de avestruz degollada en el asunto de la "Reforma del Estado". Habrá que ver si la misma no corre la suerte que corrió la "Cruzada contra Adeom", que tuviera tan triste suerte. Lo que es seguro es que la derecha aplaudirá (ya lo está haciendo desde El País) y que el Pit-Cnt, por el otro lado, ya diferenció ocho puntos al respecto en un editorial de La República de días atrás. La confortable salida que logró Adeom puede no haber sido sino un anuncio de lo que vendrá... Es cierto que la inmunidad mediática que tú señalás amortigurá los costos para Mujica, pero le acarreará un desprestigio entre los sectores más definidos, si no me equivo en mi prospectiva, que puede llegar a revertir las hegemonías dentro del Frente Amplio y la izquierda en general. Para ver como se anuncia este proceso, creo lo más ilustrativo leer las advertencias y anticipaciones críticas de Constanza Moreira. Sin embargo, no creo que Constanza logre revertir, en la cúpula frenteamplista la preponderancia del imaginario batllista, que proyecta una continuidad del Uruguay de los 50' en tiempos de resquebrajamiento del Estado-nación. La idea de convencer al empleado público de que en verdad es un "servidor público" merecerá seguramente un lugar destacado en el carnaval que viene.

Saludos, Ricardo.