28.6.17

Libertad de movimiento en la globalización


1a. quincena, julio 2017 


El título de esta actualización de blog retoma el tema de la primera sesión del debate sobre (RE)-/E/IN/MIGRACIÓN organizado por la Embajada de Francia y el Goethe Institut, con la participación de Barbara Cassin (Collège International de Philosophie), Florent Guénard (Université de Nantes), Corinne Mieth (Ruhr-Universität Bochum) y Ricardo Viscardi (Universidad de la República), 26 de junio de 2017, Montevideo.

Una pirámide achatada con base en el “desplazamiento forzado”

Considerada globalmente, para hacerle honor al registro temático de la globalización, la migración incluye distintos procesos: la migración económica, el exilio y la condición refugiada. Tanto la migración por razones económicas como el exilio suponen una decisión vinculada, al menos relativamente, a la actividad voluntaria del migrante. Ese componente las asocia a la tradición occidental de la libertad civil. A estas expresiones consolidadas viene a agregarse una más reciente, pero muy significativa: la migración calificada.

La migración económica y el exilio se encuentran al presente en vías de regresión relativa, superadas por la migración destinada a refugiarse. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha tendido históricamente a incorporar, entre sus cometidos, las situaciones vinculadas tanto al exilio como a distintas formas de persecución por razones de pertenencia étnica, religiosa o ideológica. Cierta concentración de procesos migratorios de refugio, engloba a desplazados (principalmente por conflictos bélicos, eventualmente incluso por hambrunas o catástrofes climáticas), perseguidos (por razones eventualmente religiosas, étnicas o político-partidarias) o deportados (por conflictos étnicos o por exclusión ideológica). En tal sentido es ilustrativa las diferenciación que establece ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) entre las distintas circunstancias que se admiten por igual como móvil de refugio: a) desplazados internos (dentro de un mismo país) 40,8 millones de personas, b) refugiados en distintos países (21,3 millones, de los cuales16 bajo el mandato de ACNUR) y 3,2 millones de solicitantes de asilo.1

Presenta un sesgo sugestivo que ACNUR adopte la vasta denominación “desplazamiento forzado” para presentar las situaciones de mayor desprotección, explotación y peligro para la vida humana en nuestros días. La distancia que sugiere tal denominación entre el destino de las personas en la extensión geográfica y el origen territorial que les es propio, parece indicar que las circunstancias que rodean a tal “desplazamiento forzado” escapan a todo lo que la tradición vincula con la libertad.

La migración calificada constituye el otro dato significativo del presente de las migraciones,2 ante todo porque contrasta vigorosamente con la condición al límite de lo humano que tiende a tomar el “desplazamiento forzado”, sobre el que extiende una tutela relativa las Naciones Unidas. Contrapuesta al desamparo e incluso la explotación que caracterizan a la emigración compulsiva, la migración académica se convierte en un indicador sugestivo, en cuanto se sitúa en el polo opuesto del proceso migratorio que caracteriza a la globalización. Conviene entonces considerar los procesos migratorios en la actualidad como un conjunto que tiende a tomar la forma de una pirámide achatada. En el vértice se encuentran distintas formas de desplazamiento, que incluyen cierta capacidad de decisión por parte de las poblaciones involucradas, mientras en la base se encuentran una enorme mayoría de personas forzadas, por un concurso de circunstancias ajenas a su voluntad, a desplazarse entre distintos territorios.3

Podría entenderse que la migración privilegiada condensa todos los aspectos positivos de la libertad de movimiento, en cuanto supone ante todo una decisión del migrante, pero además, esa decisión no se vincula a una imposición de las circunstancias, como la represión política, la crisis económica o la catástrofe natural, sino a una formación obtenida por méritos propios, que habilita una mejor implantación socio-profesional en el extranjero. Pese a esta descripción que parece galardonada de todos los rasgos de la libertad y del movimiento por decisión propia, incluso la migración académica se convierte en una política de los estados, tanto para favorecerla como para desalentarla.

En la Unión Europea los estudiantes universitarios oriundos de uno de los países miembros, deben desplazarse obligatoriamente, durante un período no menor a seis meses, para estudiar en otro Estado de la misma comunidad. En el lado inverso tenemos el caso de Uruguay, país cuya extensión territorial no conoce distancias mayores a 500 km y donde el parlamento votó, bajo los auspicios del gobierno nacional, fondos específicos para instalar la Universidad de la República en el interior del país. Estos fondos estaban atados a ese fin y la universidad no podía utilizarlos con otro destino, con el explícito cometido de que los estudiantes uruguayos permanezcan en su departamento de origen o en uno aledaño. Tenemos por fin el caso de las políticas de repatriación o revinculación académica de ciudadanos que han terminado o desarrollado su formación en el exterior, que propician distintos estados, entre ellos el uruguayo.

Que los propios estados fomenten determinada migración (de estadía transitoria en el extranjero o de retorno al país de origen o incluso intenten limitar los movimientos migratorios de índole académica), señala hasta que punto la migración es un dato relevante del presente mundial, no sólo en el sentido trágico que adquiere para los desvalidos y expoliados, sino también como “política de Estado”. Parece sugestivo, por otro lado, que las políticas positivas que predominan en el conjunto social acerca de la emigración, se vinculen ante todo al campo del saber, del conocimiento y de la tecnología.

El acerbo cultural, cognitivo y tecnológico no es, en cuanto tal, patrimonio de ningún país en particular. La migración académica se presenta, con todos sus efectos queridos u obstaculizados según los casos por los estados-nación, como un elemento que se impone a los distintos sistemas políticos, en razón de condiciones supérstites a cada contexto nacional en particular.

El proceso migratorio como determinación transversal a los estados-nación

Cabe entonces preguntarse si la progresiva subsunción de la condición de exiliado y de emigrado en la de refugiado (desplazado, deportado, evacuado, etc.), no corresponde asimismo a una alteración de las condiciones de desarrollo internas de cada contexto nacional, como efecto de la intervención de poderes transnacionales, que atan las circunstancias internas de cada país a un potencial transversal al contexto internacional. Desde este punto de vista la migración académica configura una transversalidad globalizadora, que lejos de propiciar efectos edificantes para las comunidades que la padecen, promueve la desarticulación interna. Es ampliamente conocido que el potencial intelectual formado en los países del tercer mundo pasa a engrosar, en una proporción alarmante, el contingente operativo de los centros académicos en los países desarrollados.4

Carlos Quijano, fundador del Semanario Marcha en el Uruguay decía “La universidad es el país”. Con ello expresaba la característica matricial del Estado-nación: su desarrollo sustentado en una integración inteligente de la organicidad vernácula. Si este elemento integrador emigra, otro tanto tiende a ocurrir con las demás partes del todo social, que el mismo saber debiera articular. Así como el mayor contingente de refugiados corresponde, según ACNUR, a desplazamientos internos a los distintos países, los países que encabezan la nómina en números absolutos de refugiados recibidos son los que pertenecen a la zona del conflicto y participan, directa o indirectamente, del contexto bélico: Turquía (2,5 millones), Pakistán (1,6 millones), Líbano (1,1 millones), les siguen Irán , Etiopía y Jordania.5 El mayor impacto masivo de la migración se produce por lo tanto en el propio contexto desarticulado por los conflictos. Mientras corresponde a la descripción puntual de los sucesos, la presentación de la migración a escala mundial como un drama humanitario y una tragedia civilizatoria, también ignora el plano más determinante del desplazamiento de poblaciones en el presente: el potencial de intervención tecnológica que al día de hoy favorece la cristalización del poder mundial, con efecto sobre los países y las poblaciones “tomadoras de conflicto”.

Esa cristalización del poder mundial desarticula la integridad de las comunidades nacionales. El caso de Siria es por demás patente: un enclave estratégico, que cierra o abre el paso a través de Turquía a Europa, que colinda con el enclave kurdo y la zona de conflicto árabe israelí, es el escenario de una batalla que libran las grandes potencias, con intereses contrapuestos a través de las partes civiles del conflicto. Segun ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) el 54% de las personas refugiadas en 2015 proviene de tres zonas de notorio conflicto bélico, atravesado a su vez por ya históricas intervenciones extranjeras: Siria, Afganistán y Somalia.6 Allí la magnitud del escenario estratégico y de la potencia militar involucrada parecen presentar el aspecto humanitario como una secuela derivada y secundaria de lo que Derrida ha denominado, con relación al poder de Estado, la alternancia entre “la bête et le souverain”. Puede suceder sin embargo lo contrario, es decir, que el aspecto humanitario y el horror del exterminio sirvan de trasfondo a una manipulación estratégica, con propósitos igualmente desviados del fin que se aduce.

Parece haber sido el caso que trajo a colación la declaración del ex-presidente Mujica, con relación a los excarcelados de la cárcel de Guantánamo, posteriormente refugiados en Uruguay. Interrogado acerca de la conflictiva relación de los liberados de Guantánamo con el gobierno que él mismo presidía, Mujica declaró que la llegada a Uruguay de esas personas habilitaba, a su vez, la exportación de naranjas uruguayas a Estados Unidos.7 Por más que el ex-presidente uruguayo haya a posteriori tomado distancia de su propia declaración, el propósito que expresó dejó en claro que cierto vínculo de necesidad pudo ser pensado, desde un lugar de gobierno, entre una negociación comercial y la liberación de personas encarceladas al margen de todo derecho internacional.

Contrariamente a la frase “Después de Auschwitz no se puede pensar”, quizás lo propio del presente sea que debemos pensar Auschwitz. El criterio que sostiene la inconmesurabilidad entre Auschwitz y el pensamiento expresa, a su vez, una desmedida fe en el pensar. El fundamento clerical del positivismo queda manifiesto desde que sabemos que Augusto Comte fue el secretario de Saint-Simon, quien a su vez propiciaba una Iglesia de Jefes de Empresa. Recientemente Matthieu Calame denunciaba que la tecnocracia, que el denomina “cientistas” configura un nuevo clero, que imbuido de un rol evangelizador del saber, pretende convertir todo pensamiento en instrumento de la eficacia pragmática e incluso -se podría agregar- todo conocimiento en activo bancario.


2 Se estima en 1,5 millones el número de emigrantes calificados que América Latina y el Caribe han sumado a la población de los EEUU. Ver Luján, M. “Migraciones calificadas Sur/Norte: historia y desafíos en el presente” Voces en el Fénix http://www.vocesenelfenix.com/content/migraciones-calificadas-surnorte-historia-y-desaf%C3%ADo-en-el-presente
3 Mangana, S. “Nuestra casa es el mundo: el acento en los refugiados” El Observador (22/06/17) http://www.elobservador.com.uy/nuestra-casa-es-el-mundo-el-acento-los-refugiados-n1087887
4Lema, F. “Migraciones calificadas y desarrollo sustentable en América Latina” (2007) Educación Superior y Sociedad, Vol.12 No.1 http://ess.iesalc.unesco.org.ve/index.php/ess/article/view/25
5ACNUR “Tendencias Globales” (2016) ob.cit.
6ACNUR “Tendencias Globales” (2016) ob.cit.
7 “Mandá fruta” Montevideo Portal (06/05/16) http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?307438,3