15.9.17

Raúl Sendic en el nombre del padre: el grado cero del candidato-probeta

2a. quincena, setiembre 2017


El Tiro Suizo


En julio de 1963 un grupo encabezado por Raúl Sendic ingresa en el local del club deportivo “El Tiro Suizo” y sustrae armas largas que no contaban con cerrojo.1 Esta acción inicia el camino de la lucha armada en el Uruguay y marca un período histórico que todavía sigue inconcluso. No sólo las desapariciones forzadas de militantes bajo el terrorismo de Estado, sino incluso las violaciones de la legalidad democrática relativamente restaurada en 1985, se prolongan mutatis mutandis hasta el presente. En los últimos días un grupo de responsables militares citados por una comisión investigadora, en razón del espionaje a responsables políticos bajo la post-democracia,2 no se presentó a la citación parlamentaria.

Pese a esa significación histórica la acción de “El Tiro Suizo” no tuvo consecuencias relevantes por sí misma, desde el momento que las armas no eran inmediatamente utilizables, por faltar parte del mecanismo. Incluso en el relato de transmisión interna dentro del Penal de Punta Carretas, los tupamaros consideraban a este momento fundacional como “el período del fierrito”, más cercano a la recuperación de material de desecho que a la acción directa. La significación de “El Tiro Suizo” no proviene, por lo tanto, de la trascendencia militar, sino de la intención política.

Resulta revelador de esa significación política que Amodio Pérez, militante del MLN que luego negociara su libertad con los militares golpistas, haya afirmado que las mejores acciones militares de esa organización fueron de su autoría, mientras a su juicio Sendic carecía de calidades ejecutivas. Si Sendic careciera de la virtud militar al grado que lo afirma Amodio, tal defecto destacaría superlativamente que simbolizó un levantamiento idiosincrático contra el status quo político de su tiempo (el fin del “estado de binestar” uruguayo). Mirado desde el presente, ese pasado es reivindicado por tirios y troyanos como ejemplo de estabilidad institucional.

Desde una instrucción ideológica que pretende restaurar aquel nirvana público hasta ahora perdido, se explica el conjunto de reacciones ante la crisis de credibilidad política que promovió, tanto desde dentro como desde fuera del partido de gobierno, la renuncia del hijo del fundador del MLN. Cierta liturgia institucional rayana con la obsesión lleva a la oposición conservadora , ante la renuncia de Raúl Sendic hijo al cargo de vicepresidente, a lamentar una supuesta lesión sufrida por las instituciones.3 La renuncia en cuestión no sigue a ningún laudo de Estado (ni parlamentario ni judicial), sino que obedece a la propia campaña mediática instrumentada por quienes se lamentan ahora, a lo Poncio Pilatos, del efecto político que indujeron concienzudamente. Siempre obediente al contexto polémico que marca la oposición, el gobierno (del partido de gobierno ) se apresuró a afirmar que no existió ninguna crisis institucional como consecuencia de la renuncia del vicepresidente.

Oponiéndose a tantas vestiduras desgarradas por fariseos de distinto cuño, reviste indudable coherencia, si se reivindica la perspectiva institucional formal, la posición del nacionalista Iturralde,4 único en sostener que no debiera ser aceptada la renuncia del vicepresidente hasta que no se cumplieran las formalidades de un juicio político. Quizás este solitario diputado esté marcando el debe ético que se intenta disimular con tanta moralina institucionalista: haber evitado imputar a José Mujica, cuando era procesado su ministro de economía y el presidente del Banco República, incluso cuando la propia declaración del presidente asumía su responsabilidad personal ante el enjuiciamiento de su gobierno. Otro tanto podría decirse del juicio político a Jorge Batlle, pundonorosamente evitado por el actual partido de gobierno, con la tierna excusa de no empeorar la crisis, por cierto grave, que atravesaba por entonces el Uruguay. ¿Qué decir de Luis Lacalle Herrera, presidente bajo cuyo ejercicio actuara el ministro de economía Braga, quien corrió la misma suerte de chivo expiatorio?

En el Uruguay se administra la desigualdad bajo forma de recaudo institucional del poder, sin otra significación que la disimulación política de un estado de cosas público. Tan o más revelador se presenta, desde esta perspectiva, el procedimiento seguido por la Asamblea General para designar la nueva vicepresidencia tras la renuncia del Sendic, signado por el pacto inter-partidario de silencio en torno al tema. Este pacto determinó que la sesión parlamentaria destinada a designar reemplazante, no durara sino 90 segundos, brevedad y sigilo que contrastan singularmente con la prolongada farándula del escándalo mediático protagonizado por tirios y troyanos.5 Los partidos y las instituciones de Estado son para las cosas serias, la comunicación y el común para el bochorno.

La creciente dificultad de la partidocracia uruguaya para disimular el pacto inter-partidario lleva a cambiar la liturgia de Estado, para que oculte un poco mejor las circunstancias públicas y habilita a preguntarse ¿que silencio institucional teme hablar del nombre del padre de Raúl Sendic, inhábil ejecutor de una rebelión de armas inútiles?


En el principio fue Frankestein


La obsesión institucional del poder en Uruguay no es ni artificial ni antojadiza. Obedece a la propia génesis de una nación determinada por un pacto internacional. Es difícil sostener la viabilidad de algo inventado para impedir el conflicto entre terceros, por más que la condición propia no haya sido gratuita ni irrelevante en la región. Las formas de participación uruguayas fueron decantando junto con la entidad nacional, que la modernidad vinculó a la delegación representativa en el Estado. Esta conjunción entre la institucionalidad y la significación comunitaria de las colectividades partidarias permitió sintetizar, aún signado por conflictos e influjos internacionales, el Estado-nación y su proyección orgánica en un país, con el sentido de una integración idiosincrática propia.

Los equilibrios internos de los estados-nación se desbarataron paulatinamente después de la 2a. Guerra Mundial, no en razón de un conflicto entre sistemas sociales, tal como se lo sostuvo hasta la caída del muro de Berlín, sino en razón de la injerencia estratégica de la tecnología, inicialmente a través de la disuasión nuclear. La primera gran revuelta contra la hegemonía de bloques propia de la Guerra Fría ya está pautada, en los años 60' por la denuncia del aparato militar-político-económico, presentado por la Escuela de Francfort como base de la dominación social. La ciencia y la técnica como ideología es un título de Habermas que data del año 1968. En 1977 Foucault publica Verdad y Poder, donde sostiene que el “intelectual universal” -es decir “orgánico”, ha sido suplantado por el “intelectual específico” y lo ejemplifica en Oppenheimer.6 La modernidad sustentada en la secularización de la soberanía teológica como soberanía popular, para articular la organicidad del todo social toca a su fin y se abre la era de los post-(moderno, analítico, estructuralista).

Este fin de la modernidad señala el fin de la partidocracia pergeñada por el Estado-nación uruguayo, como el fin de cualquier otro Estado-nación con pretensiones orgánicas. Recientemente de visita en Montevideo Chomsky señaló que la actual pujanza de las empresas multinacionales no significaba una nueva aurora de EEUU, sino precisamente el fin de su poderío nacional, desde el momento que ese desarrollo empresarial se sostiene tentacularmente a través del globo.7 El propio Trump ejemplifica ese fracaso del estamento partidario, en cuanto su triunfo marcó asimismo el fracaso de la “corrección política”.

Por su génesis histórica anclada en la elaboración de una entidad nacional propia, que es el efecto de la lucha partidaria antes que de la magnitud geopolítica, la partidocracia uruguaya ha querido creer que el declinar de los estados-nación no conllevaría su ocaso. Esta credulidad en medio de los signos más adversos -pensemos en el conflicto “binacional” con Argentina que sigue a la instalación de la multinacional Botnia- tiene una traducción en el descreimiento generalizado en la representación partidaria y el ocaso de la militancia de base, ambos fenómenos atados a la idiosincracia promovida por los “nuevos medios”, articuladores efectivos de la vinculación colectiva.

Ya en los años 90', la pregunta predominante en los círculos de ciencia política era porqué un político se vendía como un dentífrico. Con el advenimiento del Frente Amplio a las mayorías electorales, se abre la era del “candidato-probeta”, cuya racionalidad política se encuentra signada por el personaje de Frankestein.8 Es natural que la izquierda nacional, que aquí como en todo el mundo, desciende del movimiento de corrección socialista del liberalismo, exprese de forma aún más radical la creencia moderna. La misión positivista se ve destinada a suplantar un orden religioso por un orden laico, para alcanzar de aquí en adelante una salvación igualmente eterna, pero terrena.

Como lo señalara tan acertadamente Foucault, para la historia moderna -es decir la que desciende de la Revolución Francesa, “el tiempo se concibe en términos de totalización y las revoluciones nunca pasan de ser tomas de conciencia”.9 De ahí que la izquierda frenteamplista se creyera imbuida de un destino eterno -signado por la verdad científica- y se diera a pergeñar “candidaturas Ferrosmalt”, relucientes carcasas metálicas protegidas por el esmalte bienpensante contra los efectos de la corrosión pública.

Raúl Sendic hijo no fue sino un producto de última generación del laboratorio de “candidaturas-probeta” frenteamplistas. Superada la “era Ferrosmalt”, la necesidad de prótesis tecnológica de la representación pública conllevó, hacia el tercer período frenteamplista, la elaboración de un Frankestein electoral tecno-estatal, surgido de una militancia salpicada de función pública. Se vio así superada “la fórmula promedio exitosa en el Uruguay: perfil de base universitario, sesgo bienpensante y aire bonachón”,10 pero el remedio de un “militante probado en la función pública” fue peor que el de un “militante desconocido llamado a ocupar cargos”. Mientras el “candidato Ferrosmalt” se oxidaba rápidamente ante una intemperie por la que no había pasado nunca, el “tecno-servidor-público” se reveló de una voracidad ejecutiva fastuosa, sino faraónica, para regodeo de la oposición que lo estigmatizó mediáticamente. Es que la genealogía es más política que la genética, mal que les pese a los laboratorios partidarios de perfiles electorales.


No llores por mí Disneylandia


La contraposición entre el consenso acerca de la génesis mediática del clima adverso al vicepresidente Sendic y el silencio con que la coordinación inter-partidaria selló la renuncia de quien presidiera las propias sesiones parlamentarias por tres años, habla a las claras de una ruptura entre la escena pública y las instituciones. Curiosamente esta fisura viene a ser protagonizada en el nombre del padre, por el hijo de quien la abriera con su gesto subversivo en el Tiro Suizo. Queriendo permanecer en un cargo que deniega en los hechos la propuesta estratégica del padre, el hijo llega contra su voluntad a la más paradójica confirmación de la obsolescencia de la democracia representativa. No porque las armas de la liberación nacional hayan suplantado esas instituciones por otras, sino porque la representación de Estado claudica ante una democracia mediática digna de Disneylandia.

Es mejor que Raúl Sendic, el nombre del padre, no forme parte de ese espectáculo sin sociedad. Mal que le pese a  quienes11 cambiaron mucho más que un nombre por una investidura de lentejuelas.



1Sasso, R. “Apuntes sobre el Tiro Suizo” en Tupamaros los comienzos http://tupamarosloscomienzos.blogspot.com.uy/2010/08/apuntes-sobre-el-tiro-suizo.html
2Llevarán espionaje en democracia a la justicia” Montevideo Portal (13/09/17) http://www.montevideo.com.uy/contenido/Llevaran-espionaje-en-democracia-a-la-Justicia-354484
3Para Lacalle Pou la crisis institucional era inevitable” Montevideo Portal (09/09/17) http://www.montevideo.com.uy/contenido/Para-Lacalle-Pou-la-crisis-institucional-era-evitable-354162
4Iturralde cuestionó “pacto de silencio” en el Frente Amplio en torno a la salida de Sendic” Montevideo Portal (13/09/17) http://www.montevideo.com.uy/contenido/Iturralde-cuestiono-pacto-de-silencio-en-el-FA-en-torno-a-la-salida-de-Sendic-354518
5Lucía Topolansky asumió como vicepresidenta de la República, tras votación de la Asamblea” Montevideo Portal (13/09/17) http://www.montevideo.com.uy/contenido/Lucia-Topolansky-asumio-como-vicepresidenta-de-la-Republica-tras-votacion-de-la-Asamblea-354455
6Foucault, M. (1997) “Verdad y poder” en Teorías de la verdad en el siglo XX, Tecnos, Madrid, p.455.
7Chomsy, N. “Conferencia completa de Noam Chomsky en la Intendencia de Montevideo” (17/07/17),
8Viscardi, R. (2013) Contragobernar, Maderamen, Montevideo, p. 46.
9Foucault, M. (1969) L'archéologie du savoir, Gallimard, Paris, p. 22.
10Viscardi, R. (2013) Contragobernar, Maderamen, Montevideo, p. 47.
11Ver en este blog “Zabalza, los canallas y el tupamplismo” http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2016/02/zabalzalos-canallas-y-el-tupamplismo-2a.html