31.12.17

                                     



2017: debacle del progresismo, horizonte de contragobierno


1a. quincena, enero 2018


                                         
    Dos paliativos al descrédito del progresismo



Muchas veces una circunstancia particular resume el sentido de un período en su conjunto. Tal es el caso  de la protesta del diputado blanco Javier García (1) ante la fiesta barrial en que fuera quemado, repleto de fuegos de artificio,  un muñeco que representaba a Raúl Sendic hijo (tal como otros años en la misma fecha, vecinos del mismo barrio montevideano hicieran con figuras mediáticas, como Mujica, Luis Suárez, etc.). ¿Por qué el parlamentario conservador que participara enérgicamente de la campaña de denuncias contra Sendic sale al cruce y protesta airadamente ante el cuestionamiento popular de un adversario?

No sólo sorprende la reacción del político opositor ante la necesaria diversidad de opiniones políticas entre los vecinos que participaron en la quema, sino sobre todo porque la misma condescendencia con un adversario largamente denostado intervino cuando la Asamblea General aceptó la renuncia de Sendic, nada menos que a la presidencia del órgano legislativo (que ocupaba en calidad de vicepresidente del gobierno en ejercicio).  La sesión que debiera haber marcado el devenir parlamentario duró, como se recordará, apenas pocos minutos, consensualmente abreviada tras la renuncia de los opositores a denunciar a quien imputaron prolongadamente por medios de prensa. García parece colocar las barbas políticas propias en remojo, en razón de imputaciones análogas a las que sufriera Sendic, pero que pesan al presente sobre autoridades públicas emanadas de su propio partido. Tanta solidaridad inter-partidaria expresada bajo forma de recato polémico se vuelve, con un efecto de boomerang,  contra el propio progresismo (en este caso, encarnado por Sendic como una de sus "figuras jóvenes") que supuestamente se preserva del escarnio público,  en cuanto denota hasta qué punto el establishment conservador ha incorporado al progresismo como un engranaje a preservar, en aras del buen funcionamiento del "sistema de partidos".

En cuanto este "buen funcionamiento" aumenta la desigualdad, la exclusión y la marginalidad (en provecho de la integración a las pautas de la globalización de quienes lo logran y en detrimento del resto), el progresismo no puede dejar de ser percibido como "más de lo mismo", con la consiguiente pérdida de apoyo articulado y efectivo. ¿Sería necesario volver sobre el resultado electoral chileno de este diciembre 2017, el  cuestionamiento al PT brasileño o el aislamiento ideológico del peronismo en la Argentina? Afirmar que el dominio de los medios por la derecha determina por sí solo ese proceso se encuentra claramente desmentido por el ejemplo de Venezuela (por encima de las diferencias que se pueda tener con el manejo del poder de Estado en ese país), o incluso por el apoyo que sigue conservando Evo Morales. Como señal de un potencial desactivado, el reclamo de un sesgo anticonservador sostiene a figuras tan desgastadas como Lula, percibido mayoritariamente como "mal menor" en medio del descrédito generalizado del sistema de partidos.    

Tras el repliegue neoliberal de inicios de siglo en el sur del continente y la consiguiente tentación de "llegar al gobierno" por una vía tan facilitada como ambigua, el progresismo se identificó con una estrategia puramente electoral y no cuenta con planteo de recambio ante el fracaso en las urnas. Tal como parece cundir en ciertos medios la lectura de la derrota de Guillier,(2) cuando se persiste en considerarla evitable, se presentan dos horizontes para retener votos, una vez abandonada la ilusión de ganarlos por fuera del área de pertenencia progresista: por un lado, conservar una referencia a la izquierda histórica, que parezca ofrecer un "mal menor" ante el avance de la derecha; por otro lado, encontrar una reactivación en reivindicaciones sociales que admitan ampararse en el paraguas estatal, habilitado por un electorado progresista.


     La Iglesia Universal del Estado



La referencia a la izquierda histórica, ha pasado a ser una mera referencia histórica, desde que el "Orden Mundial" registra fracasos tales como la salida de EEUU de los tímidos acuerdos para limitar el cambio climático, el crecimiento del neo-nazismo en Europa o la imposibilidad de derrotar a la derecha por la "vía inmediata" de la institucionalidad (Podemos en España, Syriza en Grecia, Frente Amplio chileno y un largo etc.). Queda la posibilidad de generar "sentimiento progresista" en torno a la nostalgia neocristiana de "un Nuevo Orden" donde se reencuentren las buenas intenciones con las acciones al portador. Esta estrategia de "paz y amor de Estado" tuvo un adalid mediático planetario, en la figura de "el presidente más pobre del mundo": José Mujica.

 Sin embargo 2017 debiera ser considerado el "año negro" del amigo de Rockefeller, Soros y la marihuana. El año empezó con el clímax del escándalo de Almagro, figura que Mujica promovió a partir de un cargo de embajador en China, elevó después a ministro de Relaciones Exteriores de su gobierno y lanzó finalmente a la candidatura de Secretario General de la OEA (Organización de Estados Americanos). La criatura se reveló digna de su creador, pero menos dotada de escrúpulos estratégicos, hasta llegar a ser corregida en plena Asamblea General de la OEA por la derecha continental, a la que no le conviene tanta impudicia pro-imperial. 2017 siguió para el expresidente uruguayo con la derrota del candidato de su sector (MPP) en las internas para la presidencia del Frente Amplio: Alejandro Sánchez. Esta derrota es una señal política mayor, porque revela que el apoyo electoral con que cuenta Mujica, lejos de sustentarse en la militancia frenteamplista, es extra-partidario y se ubica entre los sectores menos movilizados de la población, con el consiguiente peligro de que otra figura populista -que ya asoma a través del mismo perfil de "líder-popular-de-origen-humilde" con el empresario "self made man" Edgardo Novick- liquide o erosione un caudal electoral (el voto es obligatorio en el Uruguay) fundado en la mera adhesión mediática.

Hacia mediados del año Raúl Sendic, otro de los  "candidatos probeta" diseñados en el laboratorio mujiquista, que no sólo sintetizó offshore a Almagro y Sendic-hijo-, protagonizó una caída en pérdida ante la opinión pública, que vino a sumarse a los estigmas que ya por entonces acosaban al "guerrillero arrepentido". Pero el año fatídico de "el Pepe" no había tocado aún a su fin y vino a sumarse la desgraciada idea de convocar a una conferencia pública de Noam Chomsky, sugerido a la opinión pública con perfil de  "compañero de ruta". Chomsky vertió sobre el atribulado expresidente sentado a su lado varios baldes de agua fría (aunque no fue su compañero de mesa el único de los presentes que los sufrió), al señalar que contando con condiciones inicialmente favorables, los progresismos latinoamericanos habían aumentado desde principios de siglo la dependencia y el subdesarrollo relativo de sus propios países.(3) Ninguno de esos fiascos alcanza, sin embargo, los ribetes del sarcasmo que galardona al expresidente, una vez que el sistema bancario mundializado veda la gestión, incluso a través de la banca estatal uruguaya, de la recaudación obtenida por la "marihuana legal" en el proceso de bancarización (propiciado por el mismo "Pepe").(4) El efecto de descrédito no podía ser más estridente: una medida supuestamente adoptada para favorecer la integración social (vía la disminución del narcotráfico y supuestamente de la delincuencia), es boicoteada por la misma globalización que se predica como desiderátum integrador para la sociedad uruguaya.


 Representación y grupos de presión



El segundo paliativo consiste en identificar reivindicaciones de movimientos sociales, emanados del movimiento feminista, de los derechos de minorías discriminadas y una pluralidad de sectores crecientemente diferenciados en la sociedad, con la legislación habilitada por el progresismo. Este paliativo va en sentido exactamente opuesto a la percepción de un "mal menor", en cuanto recupera para el campo progresista una referencia de escaso desgaste histórico, pero presenta mayores dificultades desde el punto de vista de la recuperación política de la reivindicación.

Los movimientos sociales surgen en los años 60' con una pluralidad de estrategias e intereses que involucran diversamente a la comunidad, diferenciándose de una lectura lineal del destino histórico de la modernidad. Tal destino era  concebido hasta entonces como articulación jerárquica de un único proceso social  (sostenido en los sindicatos obreros) con una estructura partidaria que lo dirigía verticalmente. Gestados en esa diferenciación política y más allá de los precedentes de luchas históricas (de las mujeres, contra el hacinamiento de las ciudades industriales, etc.), esos movimientos   cuestionan  originariamente la malversación tecno-política, que  convierte la racionalidad supuestamente liberadora en el más eficaz instrumento de dominación (conviene recordar que los golpes de Estado de los 60/70 en América Latina, provienen de la "racionalidad" de la Guerra Fría, efecto a su vez,  de la disuasión tecnológica nuclear, que dividía el globo en dos "bloques": Este/Oeste).

Pretender incorporar los movimientos sociales a una racionalidad legislativa de Estado equivale a intentar mezclar el agua con el aceite, en cuanto la racionalidad representativa no admite, sustentada en la propia unicidad de la noción de soberanía (nacional y popular, pero igualmente una e indivisible), una diversidad de lecturas superpuestas. Sustentada en su propio potencial de vinculación autónoma - acrecida gracias a la comunicación por redes, la creciente diversificación de la comunidad es el referente principal de la ya proverbial crisis de (la) representación. El intento de recuperar para el Estado un devenir de tal entidad histórica votando leyes en el Palacio Legislativo, no representa sino cierta ecuación urgida entre necesidad electoral e inocuidad pública. Conviene al respecto analizar la contraposición entre la curiosa unanimidad con que el Senado sanciona reivindicaciones feministas, declaradas poco después inaplicables por la Suprema Corte de Justicia ante la carencia de recursos suficientes (que también vota el Parlamento), mientras el movimiento ecologista que debiera beneficiarse del mismo bálsamo progresista se encuentra, particularmente en el Uruguay, en franco conflicto con las medidas legislativas adoptadas en el mismo período (en particular la Ley de Riego, destinada a fomentar la apropiación capitalista del agua).

Sería asimismo erróneo suponer que los movimientos sociales se pasean incólumes bajo las columnatas del Palacio Legislativo. Una vez que la perspectiva institucional gana a protagonismos que debieran sustentarse en la transformación de los vínculos comunitarios y cundir sobre el Estado desde ese margen de autonomía, las actuaciones organizadas en función de un resultado legislativo quedan prisioneras del cálculo de probabilidades formales, ante todo, las electorales. Por esa razón ciertos sectores de los movimientos sociales tienden, una vez seducidos por el mismo facilismo inmediatista que llevó al progresismo a su actual fracaso, a asemejarse ante todo a grupos de presión, tal como en el pasado la representación pública generaba una carga adicional, en determinados sectores, que habilitaba la "sobre-representación" -es decir, la capacidad de presión institucional. Los aparatos de los partidos comunistas se especializaron, tras el giro estalinista de la Unión Soviética, en esta perversión de las estructuras institucionales supuestamente democráticas, generando precisamente una de las más sistemáticas lecturas del "progresismo" (siempre y cuando favoreciera al aparato del Partido Comunista y a la estrategia internacional de la Unión Soviética). (5)

El desbarajuste que sufrió la noción de actuación "políticamente correcta" -es decir moralizada desde un criterio normativo- en su propio contexto originario, una vez que la victoria electoral de Trump puso en evidencia el doblez propio de toda moral, debiera suponer la advertencia más severa para las estrategias sociales sustentadas en "logros legislativos". Con el agregado de que la tradición política y constitucional latina dista mucho de la transformación normativa paulatina y puntual de los contextos anglosajones. A diferencia de estos últimos, la tradición de la soberanía popular que proviene de la Revolución Francesa somete cada transformación legal a un escrutinio ideológico previo y general, que debe en primer término superar el filtro de la adopción partidaria. Razón de más para prever que la recuperación partidocrática y electoralista de los movimientos sociales estará al orden del día, promovida por un sistema de partidos cada vez más cercado por la transformación de las costumbres y cada vez más aislado de una base social crecientemente diferenciada, en su propio contexto, pero aún en mayor medida ante una representación institucional de Estado.


     El horizonte del contragobierno


El horizonte del contragobierno ha alcanzado particular relieve durante 2017, en cuanto este año ha sido marcado por el evento trascendente de la declinación de soberanía por parte del gobierno uruguayo. Conviene recordar que la oposición partidaria, lejos de oponerse al desarrollo con base en la inversión transnacional en el país, ha declarado su acuerdo de principio con ese designio. Al suscribir un acuerdo previo a la decisión de la transnacional UPM de invertir en el Uruguay, pero supeditado al cumplimiento por parte del Estado uruguayo de determinadas exigencias que serán oportunamente evaluadas por la empresa, el gobierno uruguayo ha sellado institucionalmente la declinación de la soberanía nacional en un contexto de globalización.(6) Desamparada por la defección representativa, la población deberá sostener en el contragobierno la defensa de los intereses propios de la comunidad uruguaya.

En correlación con esta creciente integración al mercado mundial, el Estado ha desarrollado en los últimos años una dinámica de control de la opinión pública, destinada a estigmatizar a corrientes de opinión caricaturizadas, con la complicidad de ciertos medios de comunicación, como sistemáticamente opositoras y necesariamente contrarias al sentimiento mayoritario. De esta forma se configura una perspectiva de "Criminalización mediática de la crítica", que constituye la contracara funcional de la integración al proceso de globalización, en cuanto se condiciona la integración social a la aceptación de cierta fatalidad de un único proceso mundial. La transgresión de la normalidad globalizadora se convierte, por consiguiente, en transgresión del orden público, sancionada inicialmente -aunque no exclusivamente- a través de la exclusión mediática.

Con ese propósito tuvo lugar contra Casa de Filosofía, nucleamiento de estudiantes y profesores que edificaron un espacio de libertad crítica, un procedimiento policial acompañado de cierta difusión periodística, que intentaba poner en escena una actuación políticamente marginal.(7)  Una atinada decisión judicial y una declaración del colectivo de Casa de Filosofía hicieron fracasar el operativo destinado a descalificar una propuesta insumisa, de forma que se abrió paso a un efecto genuino de contragobierno.



(1) "La quema del "Judas Sendic" en La Blanqueada despertó elogios y críticas" Montevideo Portal (25/12/17) http://www.montevideo.com.uy/Noticias/La-quema-del-Judas-Sendic-en-La-Blanqueada-desperto-elogios-y-criticas-uc6

(2) Martínez, A. "La candidatura de Guillier prometía ser la revelación en Chile, pero sufrió el desgaste de la campaña" La Diaria (27/12/17) https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/12/la-candidatura-de-guillier-prometia-ser-la-revelacion-en-chile-pero-sufrio-el-desgaste-de-la-campana/

(3) Ver en este blog "Caradamianto, el caradura mediático" http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2017/07/caradamianto-el-caradura-mediatico-1a.html

(4) Ver en este blog "Bancarizar el porro o fumarse la globalización: el salto al vacío mediático" http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2017/08/bancarizarel-porro-o-fumarse-la.html

(5) Ver en este blog "Entropía representativa y grupos de presión: surge el partido Nacional-Globalista" http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2017/08/entropiarepresentativa-y-grupos-de_36.html

(6) Ver en este blog "UPM-ROU: Agradecimientos" http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2017/11/upm-rouagradecimientos-2.html

(7) Ver en este blog "Memorias de Ibero Gutiérrez: la edición como sedición" http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2017/05/memoriasde-ibero-gutierrez-la-edicion.html