12.2.18

Antipolítica” como alarma: Regresistas del mundo, uníos !!


2a. quincena, febrero 2018


Ríos de tinta frenteamplista para morir en la orilla “antipolítica”

Tras la movilización de productores agrícolas autoconvocada por grupos de Whatsapp a inicios de enero, una ola de interpretación con sesgo crítico en general y particularmente frenteamplista, hizo frente a la frenética búsqueda por parte de la derecha de una base social, que unos y otros identificaron por fin en un bastión tradicionalista: “el campo”. Esta vez tirios y troyanos fueron por lana y salieron trasquilados, aunque por tijeras de “cortar y pegar” en la pantalla del celular. Más cerriles que cimarronas en su mayoría, una cascada de lecturas contrapuestas sumó expectativa a la hora de expresión por proclama del grupo “autoconvocado”, tan requerido por distintos motivos críticos.

El balde de agua fría fue mayúsculo sin distinción de banderías, en cuanto la nota dominante y distintiva de la proclama de los autoconvocados fue la puesta en cuestión del sistema de partidos en su conjunto.1 Más allá de la distribución equitativa de dardos críticos entre gobierno nacional y gobiernos departamentales, las posiciones relativas de los distintos sectores partidarios no eran equiparables ante la coyuntura puntual de la proclama. El gobierno frenteamplista quedaba imputado por la responsabilidad a nivel nacional y la patente pérdida de apoyo en uno de los sectores económicos claves del país (los empresarios rurales), por si poco faltara, tras tres períodos de gobierno en contexto propicio (mayoría absoluta en el parlamento y condiciones económicas mayormente favorables). El progresismo quedaba teñido, desde uno de los sectores estratégicos para su crecimiento político -el mismo que Mujica intentó convertir en el pivot de su política de alianzas, de regresismo.

Este escenario estratégico explica que cierto coro reaccionara, desde las posiciones históricas de la izquierda, con sugestiva virulencia ante los mensajes que comenzaron a llegar desde el empresariado rural. Aunque no todas las diatribas dirigidas contra el movimiento agrario provenían del frenteamplismo ni ahorraban cuestionamientos al gobierno, cierta concomitancia laudada por la memoria crítica se articulaba alrededor de tres criterios que aparentemente “sacaban las castañas del fuego”: la diferenciación entre grandes y medianos empresarios rurales, entre algunos afectados por las coyunturas internacionales (tamberos y arroceros) y los demás, mientras se cargaban las tintas sobre la ganancia obtenida por los arrendadores de campo (dejando curiosamente en el tintero la exoneración a las multinacionales instaladas en zona franca). Así se podía reconducir, en medio rural, una diferenciación gratificante ideológicamente entre explotadores y explotados, sazonada de la amenaza regional de un retorno de la derecha, tan obvia como poco efectiva para explicar la unión de bloque entre pequeños, medianos y grandes productores, acompañada por un coro de empresas vinculadas en las ciudades del interior, comercialmente y por servicios, con la producción agraria.

Ante la oportunidad con que contaba el Frente Amplio de dirigirse al país en la celebración del 47 aniversario de su creación, todo hacía pensar que la alusión a la movilización del agro sería el “plato fuerte” del discurso, particularmente del presidente de la coalición, Javier Miranda. Este último hizo efectivamente una alusión directa y sin ambages a la coyuntura, pero no para retomar la nutrida andanada de diferenciaciones (entre chicos-explotados y grandes-explotadores) con que había preparado el terreno en debate la tribuna de su organización, sino para identificar la nota más destacada del movimiento “autoconvocado” (el “cuestionamiento a la política y los políticos”) con “la reacción”, es decir, con todo lo que merece ser puesto en “la vereda de enfrente”.2 Por la misma condena Miranda se solidariza, curiosamente, con sus adversarios políticos, para defender ante todo al sistema de partidos en su conjunto, al evocar el “autoritarismo mesiánico” de los militares y la “desregulación” que nos dejaría librados a los intereses de las corporaciones (hay que suponer, una vez que hubieran desaparecido “la política y los políticos” que suministran las regulaciones).

Las enérgicas brazadas críticas que los voceros de la izquierda en general y ante todo del Frente Amplio en particular, habían destinado a establecer una diferenciación entre empresarios explotadores y empresarios explotados, terminaron ahogadas en una única orilla “antipolítica” (“la otra orilla” para los “autoconvocados”), que condena genéricamente toda puesta en cuestión de la política institucionalizada.


Antipolítica” introduce un significado antipolítico


En cuanto “antipolítica” reúne a la política y los políticos en una “Suma Política”, se opone a la misma raíz de los partidos (hoy llamados con razón) “históricos” del Uruguay. La oposición entre “principistas” y “candomberos” pasaba en la década de 1860 por dentro y por fuera de los partidos de este mismo país, a punto tal que uno y otro bando podían reunir o dividir las enseñas partidarias y sobre todo, alejarse o acercarse de “la política”, sustantivo cuyo único referente propio es el gobierno, entendido como “círculo del poder” y como tal siempre cotejado por un anti-poder (Foucault dixit)3:

“Ya en 1871 se ha formado un grupo de los jóvenes doctores y publicistas más distinguidos, procedentes de ambos partidos, proclamando la necesidad de una nueva unión. La Bandera Radical es su órgano. Por su parte la juventud urbana del Partido Blanco, reunida en Congreso, resuelve separarse de la tradición caudillista, y llamarse en adelante Partido Nacional.”4

Nos encontramos con la antipolítica, condenada por el regresismo, en el inicio de la propia denominación de un partido histórico, aunque debemos suponer que la misma “política antipolítica” quiere proteger a esa honorable colectividad partidaria (y sobre todo a su Honorable Directorio) de la desaparición en manos de la “desregulación” (capaz de exterminar a los reguladores) o incluso del fantasmático retorno del “autoritarismo mesiánico”.

La recordación del “autoritarismo mesiánico” no deja de expresar, para el enjundioso planteo de la “antipolítica”, una versión tardía de la “Teoría de los Dos Satanes”, que precisamente reducía “la política y los políticos” al mismo conjunto formal con el que los identifica la formulación regresista. Conviene por lo tanto entender que la “antipolítica” formulada por el Presidente del Frente Amplio no deja de evocar a los “guerrilleros arrepentidos” (Mujica en primer lugar), que como tales, abjuran del infierno en que sumieron (en calidad de uno de los dos satanes) a aquella candorosa república que protagonizaban parlamentariamente quienes votaron a inicios de 1972 el Estado de Guerra Interno contra el MLN. De esa manera se proyectó hacia el poder el aparato militar (el otro Satán) que tan sólo año y medio después dió el Golpe Formal contra el propio Frente Amplio y el movimiento sindical. Vaya consecuencias dialécticas del Regresismo en su condena de la “antipolítica” !!

¿Qué decir de la “desregulación” protagonizada por un “partido de gobierno” que programó la UTEC, organismo que destituye la autonomía universitaria al crear una universidad estatal supeditada a los gobiernos departamentales y las empresas en su propia forma de gobierno? ¿No será “desregular” suscribir un contrato con una empresa (UPM) por el cual ésta adquiere el derecho de decirle que “no” a un Estado (supuestamente) soberano, una vez que tal soberano se presente (dos años después) al examen de los directores ejecutivos de la transnacional? El regresismo confiesa, en su condena de la “antipolítica”, que renuncia de antemano a la política como singularidad de lo político, que siempre termina por consignarse, por una u otra vía, en la formalidad institucional.


El Ciclo Regresista


El cuestionamiento de los gobernantes nacionales y departamentales, así como de la clase política en general que expresa inequívocamente la proclama de los “autoconvocados” no se explica por posicionamientos estratégicos sectoriales en el sentido tradicional, en cuanto tal lectura sesga en el interés económico o en la estrategia partidaria la explicación de cada configuración sectorial. Si así fuera los “autoconvocados” no harían sino seguir las estrategias que transitaron exitosamente durante más de un siglo las gremiales tradicionales (sobre todo las del agro) en nuestro país. Por el contrario, no sólo se desmarcan de estas expresiones en cuanto crean sus propias estructuras organizativas, sino que además conducen a las gremiales tradicionales a plegarse a un movimiento que no iniciaron. Este posicionamiento es tan poco “representativo” en un sentido sectorial como para llegar a condenar por igual a los distintos colores políticos sumados, desborde de planteo que revela, por el propio exceso que asume con relación al proceder gremial acuñado históricamente, una desarticulación manifiesta con relación al todo (“social” si se quiere) nacional.

La misma problemática de un socialismo nacional que tanto preocupara a la “Teoría de la dependencia” latinoamericana, se encuentra disuelta en la coyuntura de la globalización por el surgimiento de una condición pública que perfora las fronteras nacionales y ante todo, la propia noción moderna de “todo social”: el todo es global y no puede ser “contenido” entre fronteras.

La propia noción de tecnología aparece, en un autor como McLuhan, como crítica del contenidismo.5 ¿Qué decir de la cuestión del discurso y la disolución del sujeto en la arqueología foucaldiana? Suponer que esto no tiene que ver con el auge de la tecnología (sobre todo mediática) después de la 2a. Guerra Mundial, difícilmente ayude a entender el vínculo entre tecnología y globalización, menos aún, por qué un movimiento agrario se articula por WhatsApp.

Para que podamos discernir por qué razón un sector sesga su posición por interés o estrategia, debemos primero saber cual es el todo “social” que amerita tal división. En cuanto este todo aparece fragmentado interiormente y articulado con el extranjero (tal como pasó con el conflicto supuestamente bi-nacional por la instalación de Botnia), no se puede en adelante saber qué sector se diferencia de tal otro, porque todos dependen de un equilibrio de “externalidades” (la Corte Internacional de La Haya incluida), tal como lo señala, incluso para el conocimiento, la teoría del “capitalismo cognitivo”. Para que exista un proceso económico como “lugar donde recomienza el proceso en su conjunto”, como quería Marx,6 tiene que existir la unidad de un proceso en su totalidad (económica para Marx). Tal unidad básica de proceso (donde para Marx recomienza el proceso en su conjunto) dejó de existir desde que el elemento decisivo de la economía es la tecnología y por consiguiente, lo que hoy se denomina “innovación”: la enunciación de un individuo o de un grupo que introduce novedad decisiva y determinante para las partes. Tal novedad no está sujeta sino a “externalidades” (coyuntura teórica, financiamiento de la investigación, vínculo inter-idiosincrásico) que no gobierna ninguna “unidad de proceso” (y menos entendida como “objetiva”).

El sistema de partidos corresponde, en régimen de democracia representativa, a esa “edad del saber” de la representación orgánica de una única totalidad, que la Revolución Democrática propiciada por la Ilustración supuso universal y que la teoría de la secularización lee, hoy día, como un singular avatar post-cristiano.7 Ese es hoy el principio de la “reacción”, si se quiere, desde una perspectiva “regresista”, oponer pasado a presente en el hilo de una continuidad. Recomendamos ver “La Rueda de la Maravilla” de Woody Allen: es el “lado oscuro” de “Make America Great Again” y muestra como tal “grandeza” no fue sino frustración disimulada.

No es extraño que los “autoconvocados” le soliciten al sistema de partidos que cumpla con su cometido. Los propios “autoconvocados” parecen creer que tal cometido es posible en una era post-batllista (y sobre todo globlal), tal como lo deja entender la consigna “Un solo Uruguay”, designio más utópico que nostálgico: recordar siempre que fuimos independientes tras el anhelo de que Dios quisiera hacernos ingleses (Lord Ponsomby dixit). Quizás el movimiento agrario de signo empresarial y radicación nacional no percibe que su contrincante no es el “costo del Estado” y la consiguiente ineficacia administrativa del sistema de partidos, sino la misma racionalidad globalizadora de la eficacia productivista, que los acorrala con un patrón de acumulación mundialista (ya Uruguay tiene problemas de escala económica a nivel regional ¿qué decir a nivel global?).

Los movimientos que se colocan al margen de los sistemas de partidos en el mundo de hoy no son productivistas, sino que apuntan al descrédito político y mediático de los sistemas políticos para desbaratar la racionalidad procedimental de la tecnocracia mundialista, a la que le es necesaria la cristalización ideológica del mercado para maximizar la expansión productivista: ¿nadie recuerda los anuncios que financiaba Botnia en el semanario Brecha, en el marco de una “campaña de prensa” que preparaba su instalación? No estamos necesariamente ante un grupo (autoconvocado) que sabe lo que hace, sino que hace probablemente sin saberlo, tal como lo caracterizó la frase de Carlos Marx “no lo saben, pero lo hacen”. ¿Qué tal si a la anterior le agregamos, de cara a tanta incredulidad “izquierdista” ante la “autoconvocatoria”, otra frase marxiana: “La historia avanza por el mal lado”? No es culpa de los “productores autoconvocados” que la misma historia uruguaya avance tan poco por el “buen lado”. Ahí está el regresismo, invocando la “antipolítica”, para decirnos por dónde va.


1 "Autoconvocados entregan reclamos a Vázquez” La Juventud (25/01/18) https://www.diariolajuventud.com/single-post/2018/01/25/11-hs-Autoconvocados-entregan-reclamos-a-V%C3%A1zquez
2 Discurso de Javier Miranda en el 47 aniversario del Frente Amplio https://frenteamplio.uy/actualidad/novedades/item/635-discurso-javier-miranda-47-aniversario-fa
3Foucault, M. “Las confesiones de Michel Foucault” (entrevista de R-P. Droit), p.12. Recuperado de http://www.taciturno.be/IMG/pdf/entrevista_foucault.pdf
4Zum Felde, A. (1967) Arca, Montevideo, p.189.
5McLuhan, M. (1996) Comprender los medios de comunicación, Paidós, Barcelona, p.34.
6Marx, K. “Introducción general a la Crítica de la Economía Política”, p. 44. Recuperado de https://transdisciplinariedaduj.files.wordpress.com/2010/08/marx-karl-introduccion-general-a-la-critica-de-la-econimia-politica.pdf
7Vattimo G. “Metafísica, violencia, secularización” en Vattimo, G. (comp.) (2001) La secularización de la filosofía, Gedisa, Barcelona, pp.81-83.